No sabe que existo, no advierte que espero
un buen empujón del destino.
Mientras tanto soy solo la vecina.
El vive arriba en el sexto piso, yo escucho sus pasos.
Yo panza arriba tirada en el piso viendo el cielo raso.
Parece un bongo, sus pies en la duela
con esa rutina del cisne.
Así es como empiezan los chismes.
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